viernes, 16 de diciembre de 2011

Yoga. Filosofía corporal II

Yoga II
Filosofía corporal.

Las experiencias personales son las claves del contenido de una clase de Yoga. Todo allí tiene un significado disponible para el investigador de su propia conciencia que muestra  las respuestas personales y las formas de modificación.

Desde el comienzo cuando uno se ubica en su lugar, cómo se elige, si se está dispuesto a modificarlo, la relación con el otro. La forma en que se vive ese lugar físico tiene claves para saber cómo se habita el espacio propio, con qué calidad se sabe uno dueño de él y la posibilidad de intercambio.
La primera relajación propone el reconocimiento del estado actual en el que uno se encuentra. Cómo está el cuerpo, la emoción y la mente. Reconocimiento que puede dar paso a la aceptación, ese estado neutro que mira sin juzgar y que puede generar el verdadero cambio. Cuando se deja de resistir la energía  involucrada en esa resistencia se libera y queda disponible, lo cual da paso a la acción.

Cada asana es en sí misma una forma energéticamente perfecta vivida en un tiempo feliz. Dice el Hatha Yoga Pradipika, el más antiguo texto de Yoga conocido. Aquí aparecen varios elementos a analizar: la forma, el tiempo, la relación entre ambos. Al colocar un asana es fundamental saber hacia dónde se va, cuál es la intención. Se busca un estado no una proeza. No es importante, por lo menos en la concepción personal, la perfección física para la foto, donde siempre hay tensión y sí el paso a un estado de comprensión, de liberación. Todo lo posible está allí. El tiempo mental es brusco, guiado, carece de armonía. Dejar que el cuerpo pase del Cronos al Kairos es deslizarse a los grandes ritmos de la vida donde lo personal se ensambla con lo grupal, es encontrar la medida propia en el ahora. Este “tempo” lleva a la fluidez, a que una forma devenga en otra sin cortes, lo que genera la comprensión físico-mental de la transformación, esa dinámica sutil que se establece en el cuerpo y va hacia la vida. También nos pone en contacto con los procesos en los que uno reconoce la posibilidad y la dificultad en sus tres variables: hacer, sostener, deshacer.

El cuerpo no miente, es testarudo, a veces torpe, pero totalmente sincero.
“No se trata de ir de posturas simples a posturas más complejas, sino de pasar de estado en estado. En una clase, lo más importante para mi es ver el cambio en la expresión de las caras y las manos palpando el espacio.” Susana Balech.

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