viernes, 9 de diciembre de 2011

Machu Pichu

Machu Pichu
El viaje en tren, el paisaje escondido por la noche. Llegamos a Aguas Calientes, un pueblito
simpático dividido por un rio de aguas torrentosas.
A la mañana siguiente partimos, por fin, hacia Machu Pichu. El nombre quiere decir montaña vieja, el otro pico, el Huaina Pichu o montaña joven. En el centro el Putukusi o cabeza feliz.
El idioma de la naturaleza es, cada vez más claro. Habla el murmullo del rio, el sol que brilla en cada hoja. Responde el pájaro que baila sobre símbolos la danza de la confianza, la montaña que se esconde y se revela vestida de arco iris.
Es el primer día. Por fin llegamos al encuentro esperado con la magia del canto de piedra hecho de pasado y de presente. Desde los nombres de las montañas hasta el vértigo de los precipicios el tiempo se ausenta de tiempo. Queda la atemporal sensación de lo intuido haciendo presencia.
Frente a la piedra sagrada el mensaje en tres niveles, salud física para la transformación de la materia, equilibrio emocional con forma de triángulo rojo resplandeciente y la mente recibe la claridad, para despejar el inconveniente derramando expansión. Un proceso comienza en ese instante. Un auspicio y una realidad.


La recorrida sigue por los ámbitos cada vez más vibrantes. Se siente como, de a poco, la naturaleza, integrada con la construcción hasta fundirse, expresa el acuerdo hecho símbolo.
En la “habitación de la Princesa” el grupo se reúne en meditación bajo la lluvia. Cada uno recibe su mensaje. Dos puentes se abren en el pecho, desde el corazón hacia los hombros. Ellos son extensiones del oído interno que amplifican su resonancia. La vibración del corazón cambia y empieza a expandirse recibiendo la guía de dos presencias en auspicio. Al salir un arco iris doble une el Putukusi con el Inti Punku, destino del día siguiente. Buen augurio.
Segundo día. El Inti Punku (Puerta del Sol) es la llegada del Camino del Inca a Machu Pichu. Un punto alto que también oficiaba como puesto de vigilancia. Se comunicaban con espejos o con el sonido de los caracoles hacia el Puesto del Guardián o el Huaina Pichu. Desde allí se observa la ciudadela completa extendida como una joya que cuelga de las montañas formando un arco hacia la salida del sol. Subiendo hacia ese punto nos detenemos en una piedra natural, llena de ofrendas, pequeñas piedras, hojas de coca. Templo a cielo abierto de la Pachamama, en forma de ascensión las vetas marcan la aspiración de la materia y el descenso de lo cósmico. Los cristales llevados se cargan allí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario