El viaje comenzó mucho tiempo antes.
La elección de los lugares sagrados en progresión fue, a la vez, intuida y programada. Siete sitios o peldaños que semejan la pirámide escalonada de la ascensión al punto de encuentro entre la Materia y el Espíritu. Ascención que involucra un nuevo descenso que rescata que rescata para iluminar ese otro aspecto del Uno olvidado de si mismo. Una materia que se vuelve Materia recuperando el origen en un paso evolutivo y decisivo.
El cuerpo y el alma también se prepararon desde antes y seguirán viajando en un después que se habita en los sueños, se reconoce en sensaciones y miradas nuevas, que habilita comprensiones que dibujan o colorean realidades que son, al mismo tiempo, las mismas y totalmente diferentes.
Cambios de vibración aprendidos se vuelven espontáneos ante los lugares cargados de presencias remotas y actuales. Desde el primer momento la sensación más fuerte es un bascular de tiempos. Pasado y futuro se alternan, se fusionan en un tiempo sin tiempo. El pasado remoto como fuente de futuro, donde lo anterior se vuelve meta, transformado. Arraigo y piso del salto evolutivo que anticipa la nueva especie.
La Tierra que deslumbra con belleza indómita, esplendor propio perfectamente integrado a la presencia humana que supo respetar.
La llegada a Cuzco. La altura impone sus condiciones. Hay que ralentar el movimiento. Y es bueno. Porque cambia la velocidad citadina de manera física. Colores, texturas, costumbres, cadencias. Las flores en balcones coloniales, los toritos en los techos, las polleras multicolores de las cholas. Comenzó el diálogo de las sensaciones con lugares nuevos. Otro modo de vivir.
A la tarde Koricancha. Las dos civilizaciones, la Inka y la española yuxtapuestas. Una sometiendo a la otra. La hispánica con su profusión de imágenes, dorados y barrocos en contraste con la piedra pulida y desnuda, abstracta, del Inka. En el centro del patio del convento, que es, al mismo tiempo, el centro del Cuzco, ombligo del mundo (QOSQO u ombligo es unión universal en quechua), el grupo se reúne por primera vez como pidiendo el auspicio para el viaje iniciático que propone esta diversidad en un propósito común.
Cae la tarde. Hace frio. Se encienden las luces que iluminan Koricancha rescatando las tradiciones hacia la modernidad.
Nuevamente el tiempo es sólo Presente.

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