viernes, 9 de diciembre de 2011

Saludo al Sol.

Saludo al Sol.
Nos levantamos de noche para celebrar la salida del sol. Envueltos en mantas nos reunimos en una terraza. El silencio rodeaba la tierra y el espejo de agua empezaba a destellar en brillos dorados.
Un resplandor comenzaba a insinuarse mientras el viento entonaba su canción de bienvenida y nuestras voces se le unieron repitiendo el mantra de purificación, el Gayatri. El eterno retorno de la fuerza.
Luego el guía aymará nos invitó a saludar gozosamente al amanecer con el ritual de su pueblo, el JA LLA LLA.
Con el corazón abierto y tibio y el sol iluminando a pleno fuimos a desayunar.
A media mañana caminamos a la fuente de las tres vertientes para purificar el campo mental, secuencia de la emocional realizada en la cascada de la selva. Con las dos manos tomamos el agua increíblemente pura y fresca para hacer las abluciones en frente y cabeza. Muchas estructuras mentales parecieron disolverse.
Una caminata nos hizo recorrer la isla y un pequeño y delicioso museo. En uno de sus cuartos había objetos de magia ritual. Uno me llamó la atención “Viento sin fronteras”.
Seguimos subiendo por un sendero angosto hacia una plataforma sobre el lago donde nos esperaba el chamán. Calmo y austero.
Encendió un fuego. A su costado depositamos una ofrenda (una calcita) entregando los miedos y las limitaciones para su transformación. Quemó azúcar e incienso recitando en su lengua nativa. Una energía plácida se desprendía de él. Tuvo un mensaje personal para cada integrante del grupo. A mí m e habló de disfrutar la vida.
Descendimos hacia el lago. Descalza, me introduje en sus aguas transparentes. Las piedras del fondo veteadas de colores lucían irreales, sorprendentes. Recogí algunas para traer a Buenos Aires.
Una gran balsa de totoras con cabeza de puma nos esperaba para hacer un recorrido. Como niños disfrutamos la aventura, entre risas.
Luego el katamarán nos llevó hacia La Paz.
La mezcla de experiencias me llenó de placidez. El corazón, como síntesis perfecta de cielo y agua, latía acompasadamente.

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