viernes, 9 de diciembre de 2011

El regreso.

Ya de regreso, el viaje continúa. Lo cotidiano resulta extraño. Todo está igual y, sin embargo, tan diferente.
Estructuras mentales que desaparecieron, valores que se modificaron, prioridades que ya no lo son. Han cambiado los ojos que miran.
La exigencia, empezando por la propia, se disolvió. Lo mismo sucede con la competitividad. Grandes motores de la acción, como lo fueron, dejan un vacío que sorprende y hasta asusta.
El esfuerzo se volvió, ante la nueva comprensión, una forma de violencia.
La receptividad es ahora dinámica de espera y respuesta. La sinceridad, aguda y despierta, coloca su foco en otros trazos, abriendo las puertas de lo creativo.
El trasfondo, esos contenidos que abarcan lo biológico, lo tradicional, lo cultural; esquemas y prejuicios, se hacen evidentes en un plano de aceptación tal que las demarcaciones caen en el vacío de lo fútil.
¿Cómo se vive en un mundo que se ve desconocido, que se siente extraño hasta poco importante? ¿Quién volvió? ¿Qué pasó con la identidad penosamente construída a lo largo de los años? Lo viejo ya no está y lo nuevo todavía no aparece.
Las huellas de la propia violencia dejaron un gran cansancio donde las células exudan memorias muy antiguas, tristezas olvidadas, anhelos reprimidos. Está la memoria del dolor pero no hay sufrimiento.
Los sueños, vívidos, forman parte de la vigilia en continuidad de significados. Hay un morir que trae alivio y un vivir vibrante.
Observo pasar los acontecimientos externos e internos de una manera distante.
En cambio los vínculos adquieren una intensidad desconocida. Es una profundidad de encuentro entrañable donde los sonidos aislados se vuelven melodía.
La paradoja es que al no eludir la tensión del cambio, asoma la libertad.

1 comentario:

  1. gracias por compartir tan íntima experiencia, me inspira y me motiva en los días previos a mi tan anhelado viaje a Perú! me gusto eso de la nostalgia por lo desconocido... así lo siento también!!
    GRACIAS!!!

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