Un tren sin frenos mata 51 personas.
Cuántas muertes más serán necesarias para poner freno a las conductas que provocaron esta tragedia??
En la televisión se debatía la responsabilidad del hecho.
Un programa político apuntaba a distinguir qué tipo de conducción pondría remedio a esta situación que sigue vigente y que causará más muertes allí, en otros medios de transportes o en las rutas rotas. Si debía ser estatal o privada, como si alguna de las dos hubiera, alguna vez, funcionado para la gente.
Cuando un señor, de cualquier línea, se sienta detrás de un escritorio y cuanto más grande el despacho peor; se olvida de las personas. Pasan a ser números de sus estadísticas, pierden identidad para ser "público consumidor" o sea una masa informe que habilita el negocio.
Todo se subordina a privilegiar la ganancia económica o de poder,no importa si las personas enferman, sufren o mueren.
Es un daño colateral mientras las cuentas propias cierren. La corrupción es una forma de violencia sorda y oculta pero letal.
En ese mismo programa se hablaba de sanción.
Personal, social, la sanción no existe porque a nadie le importa demasiado. A la semana otra noticia, otras muertes, otra cadena de corrupción levanta polvareda nuevamente en este acostumbrado consumo de violencia que se ha vuelto tan habitual que parece normal.
Miles de años de historia lo prueban, las leyes no se cumplen a lo largo de las civilizaciones.
No han logrado hacer que el hombre entienda que mi bien y el bien común son un solo bien.
El factor común en todo esto son los seres humanos que son los protagonistas.
Que es Ud, que soy yo, que somos todos.
Este "todos" parece la clave. Lo que le pasa a uno de nosotros nos pasa a todos. Se dice mucho pero no se siente cierto hasta que duele en el "mi".
Es un problema de conciencia.
Tenemos los problemas que corresponden a nuestro nivel de conciencia. Mientras no se cambie esto nos moveremos en un péndulo que busca salidas en puertas cerradas porque es la condición humana la que debe cambiar.
Nos pasa en lo diario, en lo político, en lo ambiental.
Agregue Ud. su propia lista.
Como con la orquesta del Titanic el mundo colapsa mientras los entretenimientos hacen cada vez más ruido.
Ese ruido nos habrá dejado sordos al dolor?
martes, 28 de febrero de 2012
miércoles, 22 de febrero de 2012
Las expectativas. Zanahorias tramposas.
Y son "las". Porque nunca es una sola. Cuando mi cabeza pone su foco allí se disparan como un río incontenible.
Empiezan con un "porque yo..." y ya no se detienen. La fantasía aporta todo tipo de estímulos sobre lo que sé o creo saber de mi misma y se le da curso libre. Lo que hice para, lo que merezco, lo que oí o me dijeron que es así, lo que corresponde y el famoso "debería.."
Se encadenan unas con otras, se inflan como globos que vuelan por espacios sin fin. Y son reiterativas, como loros.
Se adhieren a todo. Sobre mi misma, la pareja, los hijos, el trabajo, los amigos. Todo, pero todo sufre la influencia de ellas.
Totalmente diferentes de las metas que ponen foco a la acción, la enraizan, generan logro, las expectativas se expanden como un gas nocivo que enrarece, distorsiona.
Ellas alejan de la realidad, la desdibujan, volviendo todo hecho insatisfactorio. Porque son, siempre, más grandes, más glamorosas, más fantásticas.Todo pierde en comparación.
A las expectativas nada les alcanza porque son irreales y se mueven en un tiempo inexistente, un por-venir que nunca llega porque ellas le ganaron de mano saltando siempre hacia adelante. Son la mejor puerta, la más abierta, a la frustración. Ponen en un lugar expectante disociado del presente, donde se pierde, como en un pantano, el sabor de lo que es.
Son producto y causa.
Producto de condicionamientos que no son mios, que vienen del pasado, de lo aprendido familiar o socialmente, del "debería" ser de tal o cual manera al que se acepta como ley sin cuestionar el origen o la autoridad de la fuente, sin, ni siquiera preguntar si coincide con la esencia.
Y causa de sufrimiento porque comparado con ellas todo es más pequeño, más desdibujado, menor. Dejan un sabor a falta. Y cuando parecen acercarse se inflan de nuevo o se cambian por otras, aún más exigentes.
Decidí hacer una lista con las mías. El papel se fue llenando, interminable receta de agobios y mediciones.
El sabor de la vida no estaba allí. Lo estrujé y lo tiré a la basura.
Gané el presente. Como tiempo y como regalo.
Empiezan con un "porque yo..." y ya no se detienen. La fantasía aporta todo tipo de estímulos sobre lo que sé o creo saber de mi misma y se le da curso libre. Lo que hice para, lo que merezco, lo que oí o me dijeron que es así, lo que corresponde y el famoso "debería.."
Se encadenan unas con otras, se inflan como globos que vuelan por espacios sin fin. Y son reiterativas, como loros.
Se adhieren a todo. Sobre mi misma, la pareja, los hijos, el trabajo, los amigos. Todo, pero todo sufre la influencia de ellas.
Totalmente diferentes de las metas que ponen foco a la acción, la enraizan, generan logro, las expectativas se expanden como un gas nocivo que enrarece, distorsiona.
Ellas alejan de la realidad, la desdibujan, volviendo todo hecho insatisfactorio. Porque son, siempre, más grandes, más glamorosas, más fantásticas.Todo pierde en comparación.
A las expectativas nada les alcanza porque son irreales y se mueven en un tiempo inexistente, un por-venir que nunca llega porque ellas le ganaron de mano saltando siempre hacia adelante. Son la mejor puerta, la más abierta, a la frustración. Ponen en un lugar expectante disociado del presente, donde se pierde, como en un pantano, el sabor de lo que es.
Son producto y causa.
Producto de condicionamientos que no son mios, que vienen del pasado, de lo aprendido familiar o socialmente, del "debería" ser de tal o cual manera al que se acepta como ley sin cuestionar el origen o la autoridad de la fuente, sin, ni siquiera preguntar si coincide con la esencia.
Y causa de sufrimiento porque comparado con ellas todo es más pequeño, más desdibujado, menor. Dejan un sabor a falta. Y cuando parecen acercarse se inflan de nuevo o se cambian por otras, aún más exigentes.
Decidí hacer una lista con las mías. El papel se fue llenando, interminable receta de agobios y mediciones.
El sabor de la vida no estaba allí. Lo estrujé y lo tiré a la basura.
Gané el presente. Como tiempo y como regalo.
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