viernes, 16 de noviembre de 2012

La sabiduría del lenguaje

Una de las ventajas de trabajar con personas es que se aprende a escuchar. Allí las palabras quedan resonando en un espacio que abre la comprensión.
En ese estado de atención donde el lenguaje toma su real significado surgen, como perlas, aquellas connotaciones que la prisa a veces oculta de la percepción.

Allí empieza a aparecer el tesoro de la sabiduría que está resonando en el vocablo, entregando mensajes diferentes, a veces más profundos, de lo que se entiende por habitual.

Por ejemplo la palabra responsabilidad, comunmente asociada a carga, peso, agobio, a respuesta automática, a deber. Si se la desglosa en responder y habilidad entrega una enorme gama de posibilidades.
Sí, es un llamado del afuera que se asume como personal, pero para su resolución...hay una sola manera?
¿Qué sucede si se pone en juego la habilidad que alude a las posibilidades de resolver de manera creativa, de ubicarse en otras perspectivas que no impliquen costos personales, sí, en cambio, deseos, intención, formas diferentes de asumir la circunstancia?

La palabra recreo, implica el espacio abierto entre acciones de cualquier tipo para re-crear, o sea re-definir el cómo, el cuándo, el por qué o el para qué. Volver a crear es partir de la nada gestante a una forma de realización nueva pero dinámica, que abra su propio camino a lo diferente.

Sabiduría encerrada en cada palabra, producto de muchas comprensiones que nos precedieron dejando su impronta abierta al que escucha y sabe detenerse en esa acción, que parece pasiva peo no lo es.

Sabemos escuchar, escuchar-nos? Tenemos tiempo para hacerlo, ese tiempo interno que abre puertas a lo que no es obvio pero está vibrando atrás??

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