jueves, 22 de agosto de 2013

Yoga. Filosofía corporal III



El Yoga es mucho más que una técnica que modifica lo físico. El desenvolvimiento del cuerpo en el espacio genera cambios que actúan rápidamente en lo psicológico y en lo mental. Esto lo sabe bien cualquiera que  lo practique o que lo enseñe.

Pero lo que se ve generalmente es que la persona que lo practica físicamente no asiste a un curso de filosofía o  que el que estudia  adhiere al texto programado sin buscar la experiencia de sus propias respuestas acordando por aceptación  o creencia lo que deja el conocimiento solo en el plano de lo mental.

Susana Balech es una maestra argentina que siempre ha tenido la inquietud de posibilitar vivencia para la comprensión de lo filosófico, además a sabido encontrar la forma de trasmitirlo, creando escuela. Sobre la base de lo vivido en sus clases y cursos es que se asienta el presente trabajo. Yoga es unión, por lo tanto incluye el cuerpo  como elemento clave de conocimiento y transformación. Mente y cuerpo aunados en la búsqueda de la comprensión generando un diálogo que luego se establece  en la materia volviéndola conciencia encarnada.

Experimentar físicamente que buscador y lo buscado son instancias de la misma dinámica concretada en la unidad que se vuelve múltiple para volver a ser una desde lo diferente.

La dificultad del profesor es generar un estado de receptividad a la vivencia personal que abra a  la posibilidad de experimentación.

El Asana es una forma colocada en el espacio, lo cual ya establece una primera relación. Se instala a partir de los apoyos, raíces claras e indispensables para cualquier construcción. Una buena base conecta al apoyo tierra que permite la elevación con solidez y realidad., como un arquitecto  que le da cimiento a su obra. Apoyada es fácil elevarla.

Ese desarrollo del Asana tiene un tiempo feliz, es decir se va colocando sin esfuerzo lo que equivale a decir sin violencia para con el propio cuerpo, disolviendo suavemente los obstáculos. El Asana se asienta en un tiempo diferente al corriente solo la respiración dialoga.  

En este proceso Yoga devuelve a lo que ya estaba.

Hay tiempos, construir, sostener, disolver, con la comprensión del proceso y la experimentación de las propias facilidades o dificultades. Nacer para el espacio es nacer para la transformación.

En la vivencia de ese transcurrir se descubre que hay un diálogo entre la acción y el lugar espacio temporal donde sucede. También es un diálogo con uno mismo, pues el Asana actúa como un espejo que devuelve la propia imagen.

Nada está completo si no se relaciona con otra cosa. Este es el principio que se comprende con la respiración.

El Atman traducido como alma es el propio mundo de cada uno. Si uno se va de este mundo sin haberlo descubierto, entonces su mundo, por no haber sido conocido, no lo beneficia; como el Veda no leído, como cualquier acto no realizado.

Cualquier relación necesita orden  y ritmo. Sin ellos no hay crecimiento ni verdadero conocimiento.

El orden da la secuencia de lo posible, genera claridad y abre. El ritmo ahorra energía y conecta con lo telúrico, con lo cósmico, permite por último la consolidación del cambio.

La Vida se mueve constantemente, pero con orden.

La experiencia de la forma en movimiento abre la percepción a la recta y la curva, vivencialmente diferentes. Una rígida y directa, la otra blanda, ondulada, abarcante, universal. La curva sostiene el fluir. La energía nunca es recta y la onda da orden espontáneo.

Sustancia es aquello con que algo se alimenta. El Asana fluyendo en la respiración  dialoga con el espacio.

En formas que son abiertas o cerradas, que se conectan con uno o se abren al todo para instalar en la relajación la comprensión, que no es mental sino vivencial del proceso.

Con que soportes se realiza, como actúa la respiración sobre la forma, como conecta lo   personal y lo trascendente, todo se vuelve experiencia que no encuentra palabras que encierren si no percepciones.

Sin empleo de la voluntad el cambio de planos de conciencia es natural.

A veces el Asana se vuelve analogía, se siente la conexión con simetrías espaciales con lenguaje propio.

A veces se vuelve símbolo conectando expansión con centro.

La repetición asumida como nueva abre a la aventura de descubrir adonde lleva cada práctica.

La relajación es el tiempo de permitir el libre juego de las energías movilizadas, es la confianza de la entrega, es aprender a soltar, a dejarse morir; es permitir que todo termine para que todo pueda volver a empezar.

La alegría está dada por la libertad, la fuerza por la flexibilidad, la comprensión por el silencio, es filosofía encarnada. .

         


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